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martes, 25 de mayo de 2010

romeriito zalamea


A pesar de la que cayó y de las inclemencias que está produciendo la pertinaz crisis económica, la finca zalameña acogió a una gran multitud de romeros y romeras para festejar una de las fiestas más señaladas del calendario anual.

El viernes despertó esplendido, la luz aterciopelada que marca la primavera veló con tono preciosita un pueblo ávido de fiesta. Su barrio alto ya estaba predispuesto para acoger a la multitud, cuando los cohetes rompían en el azul de la tarde.

Sones del tamboril, flauta y colorido para recibir a la Divina Pastora que, bastón en mano, quería peregrinar con su pueblo hasta la finca mariana.

Lucía el Sol y corría la brisa sureña cuando las carrozas enfilaban, desde las crucecitas, un campo regado que lucía con todo su esplendor; qué primavera.

En el Pilar Nuevo, parada obligatoria; Fiesta, baile y júbilo en las horas previas a una fiesta grande e intensa.

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